The Cure | Argentina 2013
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The Cure

Uno de los regresos más esperados por el público de Argentina fue, sin duda, el de The Cure. La banda inglesa, nave insignia del movimiento dark-gothic, finalmente volvió a pisar suelo argentino para dar un inolvidable show en el Estadio River Plate; capitaneados por el inoxidable Robert Smith y su lugarteniente, el bajista Simon Gallup.

Robert y compañía visitaron Argentina cuando se encontraban en su pico de popularidad y, podríamos decir, en la transición de su sonido más crudo y visceral a canciones más amables y con arreglos y sonidos más pop. Ese cambio había comenzado en 1987, presentando su álbum The Head on the Door, acaso el más importante comercialmente de los ’80s para el grupo. Fueron dos convulsionados días en el Estadio Ferrocarril Oeste: muchos incidentes, gente internada, perros policía muertos, caos, desorden… Robert recibiendo un botellazo en la cabeza e insultando al público…

Lejos de esas memorias tormentosas, fue el reencuentro con un Estadio River colmado por un público ávido de escuchar aquellas canciones, y otras tanta nunca presentadas en vivo en Buenos aires. Un público sin maquillajes, sin poses, lejos de mostrarse monocromo como antaño, atravesado por varias generaciones. Pero no era lo único distinto: el lineup de la banda que dista muchísimo de aquella emblemática formación de The Head On The Door.

Para la segunda visita a Argentina, la banda estaba conformada por el único miembro original del grupo, columna vertebral y lider indiscutible, Robert Smith, esa inconfundible voz que puede sonar enojada, o afinar melodiosamente; en el bajo, el segundo histórico, Simon Gallup, un verdadero frontman, el más antiguo compañero de aventuras. Desde los 80′s, sobreviviendo en los teclados, Roger O’Donnell, y las últimas incorporaciones que son Jason Cooper, tocando la batería desde Wild Mood Swings (1996) y Reeves Gabrels en guitarra.

El show en sí mismo fue monstruoso, y todo arrancó sigilosamente con una emocionante apertura de Plainsong. El setlist fue una recorrida prácticamente impecable de toda la carrera de la banda, que data desde el año 1976, y ofrece trece álbumes de estudio, sin contar grabaciones en vivo y recopilaciones. Así pudimos disfrutar de clásicos y megaclásicos, uno detrás de otro, sin solución de continuidad temporal. Lo único dudoso del setlist corresponde al último trabajo: 4:13 Dream, que comparativamente queda en inferioridad de condiciones en cuanto a la calidad del material anterior.
El fervoroso final fue, como era de esperarse, con todo el estadio viniéndose abajo coreando el clásico cierre con Killing an Arab.

A lo largo de tres horas y media de show, en una verdadera maratón de música con una entrega incondicional, The Cure dejó a su público más que satisfecho, y supo demostrar el porqué de su vigencia como una de las bandas de rock de culto que más fans sigue convocando en todo el mundo…  fans que supieron despojarse de aquellos peinados raros y base blanca, looks que quedaron guardados, quizás, en algún armario viejo, allá lejos en la década del ’80s.


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